miércoles, 10 de noviembre de 2010

Toy Story y Windows 95

Los primeros que consultarán este blog, serán mis hijos, por lo que recupero esta entrada de hace unos meses, ahora que sale la película al mercado. Estoy seguro que al menos verán el vídeo:

Este verano se ha estrenado Toy Story 3. Hace quince años, en 1995 se estrenó Toy Story, la primera película generada por ordenador, el mismo año en que aparecieron Windows 95 e Internet Explorer. Los tres acontecimientos se consideran hitos del inicio del mundo digital y tenemos la idea comúnmente aceptada de que la tecnología ha progresado en estos últimos años de forma acelerada. De hecho, quince años en esta época se considera casi una era distinta. La era de los nativos digitales, como Andy, el niño protagonista de Toy Story al que le regalaban a Buzz Lightyear, un muñeco de plástico en la primera película y ahora, en la tercera, sus juguetes chatean en Internet.



Sin embargo, cuando nos detenemos en lo que ha cambiado en estos acontecimientos, la perspectiva es distinta. A Toy Story 3 se la considera ya una obra maestra, Toy Story, la primera, también aparece entre las películas especiales de la historia del cine. Hay a quién le gusta más una u otra por distintas razones y hay que reconocer que hay un gran avance de una a otra. Pero no se trata de un cambio increíble, comparable al que han sufrido en este mismo tiempo los ordenadores, el elemento con el que se producen dichas películas. Desde 1995, su velocidad se ha multiplicado por 40 (de 50 MHz a 2 GHz) y su memoria o su disco duro por 1.000 (la RAM de 4Mb a 4 GB y los discos de 200 Mb a 500 GB). En las películas generadas por ordenador, vemos que hay mejores técnicas, pero el cambio que supuso Toy Story, respecto a la animación tradicional fue de un impacto mucho mayor que el que ahora podemos ver entre la primera y la tercera. Y de hecho los algoritmos con los que se desarrollan este tipo de películas pertenecen a la década de los 70.

Algo similar ocurre cuando miramos a nuestro ordenador de sobremesa. Lo que podemos hacer con la versión actual de nuestras aplicaciones ofimáticas sigue siendo prácticamente lo mismo que lo que hacíamos quince o incluso veinte años atrás. De hecho, actualmente los usuarios tratamos de evitar las actualizaciones, porque se consideran que no aportan beneficios y, sin embargo, hay que volver a aprender a hacer lo que se hacía ya con la versión anterior.

Hasta aquí se puede estar de acuerdo, pero se puede argumentar que con Internet, sí ha habido un cambio radical. La realidad es que hubo un gran cambio, pero este cambio fue previo a 1995, con el desarrollo de la Web a principios de los 90, con el lenguaje HTML, el protocolo HTTP, diseño de navegadores y servidores, que popularizaron el uso de Internet, limitado hasta entonces al correo electrónico y al uso académico, y que culminó con la aparición del navegador Netscape en 1994. Desde ese año, los cambios que hemos tenido en la tecnología se pueden considerar menores: adición de pestañas, reproducir video y nos cuesta encontrar otras mejoras.

Lo que sí han mejorado son las aplicaciones, tenemos Google, Amazon, Facebook y la gran cantidad de servicios online que utilizamos cada día, pero estas aplicaciones utilizan la tecnología que ya estaba disponible quince años atrás, lo mismo que nuestro ordenador de sobremesa o la forma de generar películas por ordenador.

Es cierto que ha habido grandes avances, especialmente, en el mundo de las comunicaciones: la evolución de la telefonía móvil y la velocidad de acceso a Internet. Y podemos estar tentados de pensar que para desarrollar nuevos productos y servicios necesitamos nuevos avances tecnológicos, pero lo cierto es que la tecnología de la que disponemos ya, nos permiten crear productos y servicios como los que hemos mencionado y que cambian nuestra forma de vida. Aplicaciones que cuando se ponen en marcha, parecen algo natural, como si hubieran estado ahí esperando que las descubriéramos.

Estamos en una época de grandes avances tecnológicos, con una expectativa de crecimiento que quizá nos hace olvidar la tecnología presente que ya tenemos y que nos puede situar en una posición de espera que puede llevar a la pasividad. Como si al comprar un móvil, esperásemos a que saliese el siguiente modelo, con características que no se puedan superar; nos quedaríamos toda la vida sin móvil. Esperamos que la tecnología siga avanzando, pero para aportar nuevas soluciones a la sociedad sólo es necesaria la imaginación para generar ideas y la acción necesaria para convertirlas en las nuevas realidades, en la nueva tecnología del presente.

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